En el mundo de la cosmética existen cientos de productos. Entre todos ellos, las cremas reductoras se han hecho muy populares, por su facilidad de aplicación, directamente sobre la piel, y sus promesas acerca de reducir volumen y mejorar la apariencia de la piel.
En un mercado saturado de soluciones para mantener una figura, las cremas reductoras se presentan como una alternativa no invasiva, sin recurrir a procedimientos más drásticos.
La promesa de las cremas reductoras es muy atractiva: una solución tópica que puede contribuir a esculpir la figura. Para utilizar estos productos, deberíamos, cómo mínimo, entender que no ofrecen resultados milagrosos y que su eficacia depende de diversos factores, como el tipo de piel, la constancia en su aplicación y otros hábitos de vida.
Es cierto que existe una gran inversión en investigación en este campo, pero también es cierto que ciertas campañas publicitarias juegan con la ventaja de que muchas personas no comprenden bien los detalles de las formulaciones. Así, por ejemplo, se puede decir que una crema reductora contiene cierto ingrediente con buena fama, pero al mismo tiempo obviar que la concentración es tan baja que no aporta nada al producto.
¿Cómo funcionan las cremas reductoras?
El objetivo de las cremas reductoras es combatir la acumulación de grasa localizada y la celulitis. Estas cremas, aplicadas regularmente sobre áreas específicas del cuerpo, buscan tonificar la piel, mejorar la circulación sanguínea y reducir la apariencia de la celulitis.
Las cremas reductoras suelen contener una combinación de ingredientes activos destinados a estimular la quema de grasa y mejorar la elasticidad de la piel. Entre estos ingredientes se encuentran la cafeína, el retinol y la L- carnitina.
Mecanismo de acción de las cremas reductoras
El funcionamiento de las cremas reductoras se fundamenta en la interacción de sus ingredientes activos con la piel. Estos productos buscan influir en varios procesos fisiológicos para lograr sus objetivos de reducción de medidas y mejora de la apariencia de la piel.
- Uno de los principales objetivos de las cremas reductoras es mejorar la circulación sanguínea en las áreas de aplicación. Ingredientes como la cafeína actúan como vasodilatadores, dilatando los vasos sanguíneos y aumentando el flujo sanguíneo local. Este aumento en la circulación puede favorecer la eliminación de toxinas y mejorar la oxigenación de los tejidos, contribuyendo así a la salud general de la piel.
- Algunas cremas reductoras incluyen ingredientes como la L-carnitina, que se cree que facilita la movilización y quema de ácidos grasos. La idea es que estos ingredientes actúan sobre las células grasas, estimulando la liberación de ácidos grasos para ser utilizados como fuente de energía. Este proceso se conoce como lipólisis y se considera clave en el objetivo de reducción de grasa localizada.
- Otros componentes, como el retinol, pueden tener un impacto positivo en la elasticidad de la piel. El retinol estimula la producción de colágeno, una proteína fundamental para mantener la firmeza y elasticidad de la piel. Al fortalecer la estructura dérmica, se espera que estas cremas contribuyan a reducir la apariencia de la celulitis y mejorar la textura cutánea.
- Ingredientes humectantes presentes en muchas cremas reductoras buscan mantener la piel hidratada, promoviendo así una apariencia más tersa y suave.