La formulación cosmética consiste en diseñar una mezcla de ingredientes destinada a aplicarse sobre la piel o anexos (cabello, uñas, mucosas) con fines estéticos (limpiar, perfumar, proteger o embellecer).
A diferencia de los medicamentos, los cosméticos no tienen pretensiones terapéuticas, pero sí deben garantizar eficacia en sus mensajes y seguridad en su uso. El desarrollo de un producto cosmético exige una fase inicial de I+D donde se definen el público objetivo, la reivindicación comercial (por ejemplo, antiarrugas o fotoprotector) y la forma galénica (crema, gel, suero, etc.). En esta fase se seleccionan los ingredientes activos adecuados y sus concentraciones óptimas, y se diseña un prototipo de fórmula.
Una vez que la formulación demuestra eficacia en pruebas preliminares, es obligatorio verificar su inocuidad antes de la producción a escala. Este informe de seguridad deberá incluir datos fisicoquímicos, toxicológicos y microbiológicos del producto y sus materias primas.
Fases principales del proceso de formulación
El desarrollo de un cosmético suele agruparse en varias etapas:
- Conceptualización y diseño del producto: se define la función del cosmético (por ejemplo, hidratante, fotoprotector, anti-edad) y se analizan las necesidades del mercado y del consumidor. A partir de aquí se decide el tipo de producto (e.g. crema de día, sérum nocturno) y los resultados esperados (como mejora de la elasticidad de la piel o SPF determinado).
- Selección de ingredientes: se eligen los principios activos (vitaminas, antioxidantes, ácidos hialurónico o salicílico, péptidos, etc.) y los componentes base (solventes, emolientes, aceites, etc.) que darán soporte a la fórmula. La proporción de cada ingrediente se ajusta para maximizar la eficacia sin causar irritación. En la etapa de I+D se elaboran fórmulas piloto en el laboratorio, donde se evalúa la textura, el pH y la solubilidad de los ingredientes.
- Optimización de la formulación: mediante pruebas de preformulación se ajusta la base cosmética (emulsionante, gelificante, humectantes) para obtener la consistencia deseada (cremosa, fluida, gel). Se añaden también excipientes auxiliares como espesantes, emulsionantes, humectantes (glicerina, propilenglicol), agentes gelificantes (cellulosa, carbómeros), conservantes y fragancias. Cada aditivo debe seleccionarse considerando su compatibilidad con el resto de ingredientes.
- Escalado y producción piloto: se reproduce la fórmula en lotes mayores (preproducción) usando equipos industriales de mezclado, homogeneización y llenado. Se controla rigurosamente la higiene y las Buenas Prácticas de Fabricación (GMP) según la norma ISO 22716. Cualquier cambio en ingredientes o proceso requiere revalidación de la fórmula.
- Ensayos finales y puesta en mercado: antes del lanzamiento, el producto debe someterse a ensayos oficiales de estabilidad, compatibilidad con el envase, eficacia y seguridad. Solo si cumple todos los criterios reglamentarios y de calidad puede comercializarse.
Ingredientes cosméticos y sus funciones
Los componentes de un cosmético se agrupan en varias categorías según su función:
- Principios activos: son los ingredientes funcionales que producen el efecto cosmético deseado (por ejemplo, antioxidantes, hidratantes o despigmentantes). Actúan directamente sobre la piel para mejorar su aspecto (p. ej. vitaminas C y E, ácido hialurónico, retinoides, péptidos).
- Sustancias base o excipientes: son los solventes y vehículos necesarios para fabricar la fórmula. El más habitual es el agua purificada (disolvente universal seguro para la piel), aunque también se usan alcoholes (etanol, isopropanol), glicoles (propilenglicol) u aceites vegetales (jojoba, almendra, oliva). Estos excipientes disuelven los activos y permiten su distribución homogénea en el producto.
- Emulsionantes: agentes que estabilizan mezclas de fases acuosa y oleosa. Por ejemplo, alcoholes grasos (cetearyl alcohol), ésteres de sorbitán (Span/Tween), polioxietilenados (PEG), entre otros. Determinan si la emulsión es de tipo aceite en agua (O/A) o agua en aceite (A/O), influyendo en la textura final (crema ligera vs. pomada más densa).
- Humectantes y emolientes: sustancias que aportan hidratación y suavidad. Los humectantes (como glicerina, ácido hialurónico, propilenglicol) retienen agua en la epidermis; los emolientes (aceites minerales o vegetales, siliconas como dimeticona) forman una película lipídica que suaviza la piel.
- Espesantes y gelificantes: compuestos (carbómeros, celulosas, gomas vegetales) que ajustan la viscosidad y textura del cosmético. Permiten obtener desde fluidos ligeros hasta geles espumosos o cremas consistentes.
- Conservantes: impiden el crecimiento microbiano en la formulación. Dado que muchos cosméticos contienen agua y compuestos orgánicos, son susceptibles de contaminación. Los conservantes (por ejemplo, parabenos, fenoxietanol, ácido benzoico/sódico, sorbatos) extienden la vida útil al inhibir bacterias y hongos. Su elección depende del pH de la fórmula y de la legislación vigente, que prohíbe o restringe determinadas sustancias (ver reglamento).
- Aditivos cosméticos: incluyen colorantes, perfumes y agentes acondicionadores (antioxidantes, reguladores de pH). Aunque no son necesarios para la función principal del producto, mejoran la experiencia de uso (olfato, aspecto, sensación).
En la etiqueta comercial se debe listar todos los ingredientes de acuerdo con la nomenclatura INCI (nombres estandarizados en inglés para químicos y en latín para plantas). Además, los ingredientes se ordenan según su concentración (de mayor a menor). Esta transparencia permite identificar fórmulas libres de alérgenos conocidos o sustancias no deseadas.
Legislación y regulación en Europa
En la Unión Europea los cosméticos están regulados por el Reglamento (CE) nº 1223/2009, que armoniza la normativa en todos los Estados miembros. Sus puntos clave incluyen:
- Definición legal de cosmético: tal como lo describe el reglamento, un producto cosmético es “toda sustancia o mezcla destinada a ser puesta en contacto con las partes superficiales del cuerpo humano… con el fin… de limpiarlos, perfumarlos, modificar su aspecto, protegerlos, mantenerlos en buen estado o corregir olores corporales”.
- Seguridad y evaluación: cada producto debe ser seguro para el consumidor bajo las condiciones normales de uso. El fabricante es responsable de evaluar los ingredientes y demostrar que no son tóxicos, irritantes o cancerígenos en las concentraciones previstas. Para ello debe elaborar un Informe de Seguridad (parte del Expediente de Información del Producto, PIF) antes de su comercialización.
- Persona Responsable (PR): el reglamento exige contar con una persona física o jurídica establecida en la UE que asuma la responsabilidad legal del producto. La PR debe asegurarse del cumplimiento de todos los requisitos, mantener el PIF actualizado y notificar los datos del producto (antes de su venta) en el Portal Europeo de Notificación de Cosméticos (CPNP).
- Buenas Prácticas de Fabricación (GMP): la manufactura de cosméticos debe seguir las GMP especificadas en ISO 22716 para garantizar calidad e higiene. El PIF del producto debe incluir una declaración de conformidad con estas prácticas. Este control evita contaminaciones o variaciones entre lotes.
- Listas de ingredientes: el reglamento establece listas de sustancias prohibidas o restringidas (Anexo II prohíbe, Anexo III y IV restringen, Anexo VI aprueba filtros UV). Por ejemplo, solo pueden usarse filtros solares enumerados oficialmente en los niveles permitidos. Asimismo, si se emplean nanomateriales, deben ser notificados explícitamente. Toda formulación debe documentar la procedencia y función de cada ingrediente, y el etiquetado debe incluir la lista INCI completa del producto.
- Etiquetado: es obligatorio indicar en el envase la identidad de la PR, número de lote, fecha de caducidad o PAO (período tras apertura), las precauciones de uso, el contenido neto y la función del producto. Los ingredientes alérgenos deben destacarse. En todo caso, la información debe proporcionarse, como mínimo, en el idioma del país donde se comercializa.
Esta normativa europea se complementa con directivas nacionales y actualizaciones periódicas (por ejemplo, modificaciones recientes de filtros UV o conservantes). En España, la autoridad competente (AEMPS/AESAN) supervisa el cumplimiento y gestiona el registro nacional de productos cosméticos.
Ensayos y validación del cosmético
Antes de lanzar un producto al mercado es imprescindible someterlo a ensayos de garantía de calidad:
- Pruebas de estabilidad: determinan que la fórmula mantenga sus propiedades (textura, pH, actividad de ingrediente, ausencia de separación) durante su vida útil. Se realizan estudios acelerados (temperatura alta, ciclos frío/calor, exposición a la luz) y a tiempo real. La estabilidad química de un cosmético se define como “la capacidad de conservar sus propiedades físico-químicas y microbiológicas dentro de límites especificados a lo largo de su tiempo de vida útil y durante su uso”. Esto asegura que la fecha de caducidad sea correcta y que el producto no pierda eficacia ni se degrade con el almacenamiento.
- Compatibilidad del envase: evalúa que el material de embalaje (plásticos, vidrio, aluminio) no interactúe con la fórmula ni contamine el producto. Por ejemplo, algunos solventes pueden lixiviar plásticos o elementos de la tapa, alterando la formulación. Se realizan tests de migración y se verifica la integridad del envase tras condiciones de almacenamiento.
- Ensayos de eficacia: validan los efectos cosméticos anunciados. Pueden incluir estudios instrumentales (p. ej. medición de hidratación con corneómetro, análisis de reducción de arrugas por imagen) o pruebas clínicas con voluntarios que aplican el producto frente a un placebo. Estas pruebas deben diseñarse con protocolos estandarizados para demostrar que el cosmético cumple su claim (antiarrugas, hidratante, despigmentante, etc.).
- Pruebas de seguridad: confirman la inocuidad de la fórmula en la piel. Se realizan estudios in vitro (como ensayos de irritación dérmica o fotosensibilidad con cultivos celulares) y, cuando es necesario, in vivo en voluntarios sanos (bajo consentimiento). Se evalúan irritación, sensibilización, corrosión y toxicidad ocular. Los resultados alimentan el Informe de Seguridad y determinan las precauciones de uso (por ejemplo, evitar contacto con ojos o usar en piel intacta). Además se comprueba la efectividad del sistema conservante mediante desafíos microbiológicos (challenge test), garantizando que el producto resiste contaminaciones externas.
Cumplir estos ensayos garantiza que el cosmético es estable, seguro y funciona según lo prometido, tal como exige la legislación europea.
Características de los cosméticos
Los formuladores deben adaptar las recetas a características específicas del producto y usuario:
- Tipo de piel y fototipo: una piel seca, grasa, sensible o con tendencia acneica requiere formulaciones distintas. Por ejemplo, las pieles grasas prefieren texturas oil-free o geles ligeros, mientras que las secas necesitan cremas ricas en lípidos y agentes humectantes intensivos. El fototipo (claro u oscuro) es especialmente relevante en los fotoprotectores, pues la dosis de filtros UV y el factor de protección (SPF) se ajustan según la sensibilidad a la radiación UV de cada piel.
- Forma galénica y vía de administración: la presentación (crema, loción, gel, serum, espuma, aceite, toallita) condiciona la elección de excipientes. Por ejemplo, un suero suele ser fluido con alta concentración de activos hidrosolubles (ácido hialurónico, vitaminas), en un vehículo acuoso o hidroglicólico ligero. Una crema anti-edad puede ser una emulsión aceite en agua con retinol y péptidos; en estos casos se controla el pH (~5–6) para estabilizar el retinol y minimizar irritación. Los fotoprotectores se formulan con emulsificantes no irritantes y filtros UV solubles en aceite o agua; suelen incluir estabilizantes (antioxidantes) para evitar la degradación de los filtros y emulsionantes que mantengan la textura tras la exposición solar.
- Aditivos especiales: en ciertos productos se añaden ingredientes interactivos. Por ejemplo, una crema con vitamina C (ácido ascórbico) requiere antioxidantes secundarios (ferulato, vitamina E) y envases opacos para evitar la oxidación. Las cremas antiarrugas con retinol se elaboran con encapsulaciones o forma de retinoato para reducir la irritación, y deben enviarse en envases airless. Los cosméticos para zonas sensibles (ojos, genitales) emplearán fragancias suaves o hipoalergénicas y tensioactivos muy suaves para evitar reacciones.
En toda formulación farmacéutica (cosmética) se debe prestar atención al pH, la viscosidad, la solubilidad de los activos y las propiedades organolépticas. El reto del formulador es equilibrar todos estos aspectos: por ejemplo, un producto corporizar iluminador debe ser estéticamente agradable (textura no grasa, buena absorción) al tiempo que contiene activos eficaces y permanece químicamente estable.